La historia de la playa de Pipa
En la época de la colonización de Brasil, los barcos portugueses exploraban el famoso pau-brasil y Praia de Pipa era uno de los puntos de parada. Los viajeros vieron una piedra desde lejos que se convirtió en un hito. Esta piedra tenía la forma de un barril de vino o de aceite, y en Portugal estos barriles se llaman pipa. Así surgió el apodo de “Praia de Pipa”. La piedra todavía existe y continúa con el mismo formato, justo debajo del Chapadão.
En mapas antiguos, Pipa estaba registrada con diferentes nombres. En 1515 se llamaba “Oratapipy”, en 1550 “Oracampica”, en 1574 “Itacoatisara”, en 1625 “Ponta da Pipa”, en 1626 “Itacoatiara” y en 1643 “Tapuya paraçoitaba”. Sin embargo, el nombre oficial se debió al primer apodo recibido y hoy la región es conocida como Praia de Pipa, ubicada en Tibau do Sul.
La región ubicada entre la laguna de Guaraíras y el Océano Atlántico dio origen a la ciudad de Tibau. Los indígenas tupi denominaron al lugar «entre dos aguas», debido a su ubicación. En las cercanías, se construyó un canal para drenar las aguas del río Jacu hacia la Laguna. Un año antes de una gran inundación, se completó el canal y la fauna y la flora locales cambiaron drásticamente. La Lagoa de Guaraíras, que antes era de agua dulce, se volvió salina y aparecieron en la zona manglares, cangrejos, aratus, peces típicos de la costa atlántica, delfines y tortugas marinas.
De la colonización a las leyendas
Las leyendas y la historia de la playa de Pipa también despiertan curiosidad y forman parte de la historia local. Según las historias, la india Tabajara lloró en Praia do Amor después de perder a su gran amor que se fue a pescar y nunca regresó. Se dice que sus lágrimas abrieron un agujero en la piedra que hoy se conoce como «Pedra Furada». Aunque no se sabe si la historia es cierta, ¡se sigue creyendo que tocar o pasar por debajo de Pedra Furada traerá suerte en el amor!
Los mismos vientos que trajeron a los portugueses en el momento del descubrimiento, en 1988, trajeron a un joven de Río de Janeiro. Desembarcó cansado del largo viaje por el camino lleno de baches al final de la tarde. Sin embargo, además de estar cansado, estaba deslumbrado por ese paisaje encantador. Esa belleza le aseguró que ese sería su lugar en su corazón.
En 1990, el joven volvió a Pipa con su pareja. ¡Esta vez para quedarse! Compraron un terreno de 16.000 m² entre Praia do Centro y Praia do Amor. Cuando llegaron, la pequeña montaña había sido limpiada para sembrar yuca y era solo una duna con poca vegetación y grandes grietas abiertas por el agua de lluvia. ¡Convirtieron esta zona escarpada y seca en un montículo verde que se destaca en el paisaje!
Con mucho amor y paciencia, Cerro Mirante fue completamente reforestado y ahora está ocupado por árboles nativos, aves y pequeños mamíferos. El pueblo creció a su alrededor y, en medio de este magnífico paisaje, se levantan edificios, chalets y casas que conforman el conjunto del pueblo.
